El enorme retablo de la
catedral de Gante conocido como el Políptico de La Adoración del Cordero
Místico, terminado en 1432, consta de 12 paneles, de los cuales 8 están pintados por ambas
caras posibilitando dos visiones de la obra:
con
los postigos cerrados (3,75x2,6 metros)
con
los postigos abiertos (3,75x5,2 metros)
El políptico de Gante fue
comenzado por Hubert van Eyck y finalizado por su hermano Jan a petición de un
influyente y rico matrimonio formado por Judocus Vijd y Elisabeth Borluut. Este
conjunto de paneles pintados al óleo por los hermanos van Eyck está considerado como
una de las obras maestras de la Edad Media y de la pintura flamenca. Incluso
hay quien afirma que este retablo de 1432 es la última obra de la Edad Media y
la primera pintura del Renacimiento. Una pieza excepcional, en cualquier caso,
que ha sido muy codiciada a lo largo de los siglos y, por tanto, protegida por
sus custodios. A pesar de ese celo, es la obra de arte más robada de la historia,
implicada en 13 delitos: ha sido botín de guerra, falsificada, desmembrada,
vendida ilegalmente y censurada por sus desnudos de Adán y Eva; ha escapado a
bombas e iras religiosas. En 1566 fue troceada para evitar los ataques
iconoclastas calvinistas. También ha sido copiada, como por ejemplo hicieron
los pintores de Felipe II (hijo de Carlos V, quien nació en Gante, curiosamente)
para que el monarca español pudiera llevarse una réplica exacta al Alcázar de Madrid.
Pero sobre todo ha sido objetivo de los saqueadores y ladrones.
Fundamentalmente esa obsesión por el retablo de Gante es causada por el panel
central inferior, el de mayor importancia iconográfica, llamado La Adoración
del Cordero Místico. Este panel representa el siguiente pasaje del Apocalipsis
de San Juan (capítulo 7, versículos 9 y 10):
“Después miré y había una muchedumbre
inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de
pie delante del trono y el Cordero, vestido con vestiduras blancas y con palmas
en sus manos. Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está
sentado en el trono, y del Cordero.»”
El centro de la escena lo
protagoniza el Cordero sobre un altar. Su sangre brota del pecho y llena el cáliz,
simbolizando a Cristo y su sacrificio en la cruz. También nos recuerda la
Eucaristía y se relaciona con el mito del Santo Grial. Además, sobre él, se
encuentra la paloma del Espíritu Santo. Al Cordero le rodean varios ángeles,
algunos con los instrumentos de la Pasión (la cruz, la corona de espinas, la
lanza, la esponja, la columna, los clavos) mientras otros portan incensarios.
Este panel de 1,34x2,58 metros
fue robado en 1794 por el ejército francés cumpliendo órdenes del general Napoleón Bonaparte, siendo
llevado posteriormente al Museo del Louvre. En 1815, vencido Napoleón en Waterloo,
regresó a Gante gracias a Luis XVIII. También Hitler persiguió el retablo durante
la II Guerra Mundial. El Führer creía que la obra de los hermanos van Eyck
contenía un mapa en clave para dar con los Arma
Christi, los instrumentos de la Pasión de Cristo, así como pistas para
encontrar el Santo Grial y el Arca de la Alianza. Fascinado por el ocultismo,
consideraba que estos objetos conferían poderes sobrenaturales. Sin embargo,
Hitler no era el único miembro relevante del partido nazi que codiciaba La
Adoración del Cordero Místico. De esta manera, uno de sus hombres de confianza,
Joseph Goebbels, en 1940, acudió a Gante pero el políptico ya había salido en
dirección a Francia. Allí lo buscó en los almacenes del Gobierno de Vichy
llegando también tarde pues el general Göring se le había adelantado al
encontrarlo en un castillo del sur de Francia y trasladarlo secretamente a
París. En París se le perdió el rastro.
Con la caída de Berlín a manos
de las tropas aliadas, en 1945, se inician los trabajos de búsqueda de los
tesoros robados por los nazis durante la guerra. Hermann Bunjes, asesor de
Alfred Rosenberg (jefe de la ERR,
brigada nazi encargada del saqueo de bibliotecas, archivos y obras de arte),
fue quien reveló los lugares en donde se almacenaban las piezas robadas. El
mayor alijo apareció en la mina de sal de Altaussee, emplazada en los Alpes
austríacos: en total unas 12.000 obras de arte, algunas de autores tan
importantes como Tiziano, Miguel Ángel, Rembrant, Vermeer, Rafael, Veronese o
Jan van Eyck; y entre ellas apareció el retablo de La Adoración del Cordero
Místico. Este tremendo patrimonio artístico corrió peligro de desaparecer pues
August Eigruber, encargado nazi del
depósito de Altaussee, tenía órdenes de hacer volar por los aires todo el botín
robado por el ejército alemán antes de que callera en manos aliadas. Se impidió
gracias a una exitosa operación en la
que fueron determinantes los agentes dobles austríacos.
La vuelta a Bélgica del
retablo no estuvo exenta de percances, principalmente una tormenta que provocó
el aterrizaje de emergencia del avión que transportaba la obra maestra de los
hermanos van Eyck. La operación de restitución fue dirigida por el general Eisenhower a quien
los belgas recibieron como a un héroe nacional.
Excelente resumen de este magnífico retablo, para algunos es expresión acabada de fe y valores cristianos.
ResponderEliminar