Todos los libros buscan
lectores, todos los libros quieren ser leídos. Para ello han de
convencer a alguien de que destine un determinado tiempo a la lectura de
sus páginas. Oficio de tinieblas 5 no es una
excepción; y sin embargo juega en otra categoría: la de los libros que,
además, buscan escritores. Este tipo de libros no exigen ser leídos
obligatoriamente del principio al final. Son libros de consulta, de
captura de citas, libros que jamás se terminan y no obstante influyen en
multitud de obras por su aluvión de posibilidades. También son piezas
fundamentales para los estudiosos, los eruditos y los que cargan con sus
tesis. En cambio, los lectores que leen por placer tropiezan con este
tipo de libros ya que, quién sabe por qué, siempre (o casi) van
persiguiendo una historia, unos personajes y una estructura reconocible.
Y, claro, en Oficio de tinieblas 5 todos esos elementos se encuentran detrás de las brumas. Su autor, Camilo José Cela,
ya lo advierte en la primera página: «naturalmente, esto no es una
novela sino la purga de mi corazón». Nada más cierto. Pero la verdad no
es más que una de las dos caras de la moneda. La otra es la ficción. Por
eso en la siguiente página una cita de Cómo se hace una novela de Unamuno, completa la información que es perentorio proporcionar antes de comenzar: «La literatura no es más que muerte».
En otras palabras, en este
libro publicado por Noguer en noviembre de 1973 el autor gallego por un
lado nos abre su corazón y por el otro lado utiliza esa catarsis anímica
para teorizar mediante ejemplos prácticos, las 1194 mónadas, sobre el
oficio de escritor: una tarea llena de tinieblas, no hay dudas al
respecto. En las páginas de Oficio de tinieblas 5 la verdad y
la ficción entreveran sus influencias mientras Cela escribe sobre el
hecho de escribir escribiendo textos en los que expone todo lo que
generalmente se guarda en el corazón.
Imagen: libros-antiguos-alcana.com |
Pues bien, en este quinto capítulo sobre la creación literaria, en Oficio de tinieblas 5,
terreno sembrado de muerte donde confluyen prosa y poesía, Camilo José
Cela reniega del camuflaje mientras escribe, se muestra sin pudor,
aunque no es él mismo quien habla ya que el narrador se nos presenta
detrás del “tú”, de la segunda persona, que explica el desdoblamiento
entre la ficción y la realidad, o de la persona y el escritor. Por otra
parte, no existen localizaciones, descripciones geográficas, la
estructura es cerrada, opresiva, todo el libro se desarrolla en un
círculo mental y mortal. Los personajes aparecen y desaparecen sin orden
aparente: tuprimo, maría muñón, ivón hormisdas, ulpiano el lapidario,
la mujer vestida de coronel prusiano, el barón de la conjuntivitis y el
lunar color naranja y muchos más. En cuanto a la historia, hay que
recordar que el propio autor definió a Oficio de tinieblas 5 como “novela de tesis”, esto es, novela que demanda un estudio pormenorizado para revelar todas sus claves.
En este punto, como ensayo
poético y visceral, como elucubración sobre la literatura, no podían
faltar las definiciones más o menos encubiertas, más o menos acertadas,
de la pulsión escritora. Destaco la siguiente:
Camilo José Cela (foto: Iberlibro.com) «el oficio de tinieblas que no es el infierno y sus demonios aunque sí pueda parecer su pasión y su máscara su antifaz de color cuaresma amarillo morado con ribetes de verde lechuga en el que se guarecen los hombres para llorar a solas la pálida lágrima de la vergüenza».
En conclusión, Oficio de tinieblas 5
es el testamento de un escritor que muere para poder seguir
escribiendo. La muerte cubre toda la obra, su latente opresión
posibilita la existencia de la escritura. La muerte es el elemento que
citaríamos si tuviésemos que escoger a uno solo entre los elementos que
dan cohesión al libro. Además —bien es sabido— la muerte provee el
final. Un final en el sentido de un destino, en el sentido de la fuerza
que crea el movimiento de la acción literaria condenada a concluir. Todo
movimiento está sentenciado. Una novela, aunque sea una antinovela, no
puede escapar a tal ley. Debe morir en cuanto le falte la energía. Los
artículos también. El mundo sería una balsa de aceite insufrible si
reinase la inercia, si la vida discurriese por un plano perfectamente
horizontal, perfectamente pulido. Por suerte, existe el rozamiento ya
que lo que cargamos, nuestro peso repleto de lastre, hace que entremos
en contacto con nuestro entorno, dando y recibiendo influencias,
posibilitando el juego como también trayendo la necesidad de nuevos
estímulos para continuar. La literatura, y este libro en concreto es un
claro ejemplo, propicia y dificulta al mismo tiempo esta propulsión, es
decir, sirve para purgarse, pero más tarde se recrea en lo purgado.
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