En 1915, en Valencia, Ferrer y
Toledo fabricaron la primera máquina de escribir española. Su nombre: Victoria nº 3. El chasis era de bronce
pero estaba completamente niquelado.
La aparición de este invento,
como antes en otros países, aceleró el pulso de las comunicaciones y de esta
manera afectó profundamente a las relaciones sociales hasta que su reinado
durante gran parte del siglo XX se vio eclipsado por otros descubrimientos como
el fax, el ordenador o la impresora. En
consecuencia, a partir de los años ochenta, el repiqueteo de sus teclas y el rumor
provocado por el retorno del caño fue desapareciendo irremisiblemente de las
oficinas, despachos y habitaciones de estudiantes y escritores.
A pesar de este hecho, la
importancia de la máquina de escribir es primordial en el siglo XX ya que
cambió el mundo moderno. Los intelectuales obtuvieron un instrumento que les
permitía dar mayor velocidad a los procesos de la escritura. Además nacieron profesiones como la de mecanógrafa, con la cual la mujer se introduce con
firmeza en el mercado laboral, iniciándose la ruptura de la idea preconcebida
de que es él quien debe traer el sueldo a casa y ella la responsable de las tareas
del hogar.
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