En primer
lugar, antes de abordar el asunto de la finalidad del arte, creo imprescindible
exponer primero qué es el arte. Por supuesto hay que aceptar la gran dificultad
que entraña una definición a
priori del arte. La ambición
al proponer distintas explicaciones será la de provocar una reflexión que
efectúe una especie de vaivén entre dos enfoques (el enfoque que tiene en
cuenta el hacer, la factura, el objeto que se fabrica o construye, y el enfoque
que apunta a la sensibilidad humana que aprecia ese resultado) además de
indagar en esos aspectos que los diccionarios o manuales dejan inexplorados (en
pos de buscar el mayor consenso posible). Por ejemplo, Joseph Joubert opinaba
que “el arte consiste
en esconder el arte”, es decir, que es esencial que en la obra terminada no
aparezca nunca la dificultad, o en palabras de André Gide: “el arte supremo es el que no se
deja reconocer de buenas a primeras”, cita que en principio podría
llevarnos a pensar que contradice a la primera (y en cierta manera es cierto),
pero que en realidad constituye un complemento, completando la significación de
la sentencia de Joubert que, por otra parte, nos retrotrae al principio
aristotélico: “La finalidad
del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia.”
Otra
reflexión muy acertada, a mi entender, es la de Dino Formaggio, el filósofo
italiano muerto en 2008, autor de obras como La
muerte del arte y de la estética, que apuntó que “arte es todo aquello que los
hombres llaman arte”; esto es, en la actualidad, despojándose de
prejuicios y yendo al meollo de la cuestión, lo que convierte a algo en arte es
que sea llamado arte. Tan simple como cierto. Esa función la ostentan hoy los
grandes museos, por ejemplo, y para ello hay que proponer una argumentación que
justifique su inserción en el ámbito/industria artístico/a, y que sea
aceptado por los críticos de arte y los mandamás de universidades, bibliotecas,
galerías, o por la mayoría, así como los coleccionistas y demás especialistas.
Por este motivo, a todos, a su heterogéneo conjunto, podríamos otorgar el
título de Los Custodios del Canon. Si estos señores dicen que un urinario
colocado al revés en el museo de New York es arte, un urinario colocado al
revés es arte. Por supuesto, no siempre el Canon es el mismo, está en constante
evolución. Con total seguridad se puede afirmar que La fuente de Duchamp no habría adquirido
semejante estatus en la Ilustración, por citar un ejemplo. Quizás tampoco lo
alcance en el futuro, pero, eso sí, ya se ha ganado un lugar destacado, y
merecido, no crean lo contrario, en la Historia del Arte del siglo XX. Duchamp
fue el primero en darse cuenta de este hecho, en 1917, y no se le puede restar
mérito. Fue Jacques Vaché, amigo de André Breton, quien dijo: “El arte es
una estupidez”, lástima que se suicidase poco después (1919), con tan solo
veintitrés años.
Es decir,
observamos que definir con claridad qué es el arte es una tarea prácticamente
imposible, y la dimensión de un estudio en profundidad abarcaría, al menos, la
extensión de una tesis, pero no por ello deja de ser importante haber tratado
el concepto del arte como introducción para tener los mimbres para responder a
la pregunta que propicia este brevísimo ensayo, volviendo de esta manera al
punto de partida: ¿cuál es la finalidad del arte?
Propongo
en primer lugar una reflexión de Susan Sontag: “La actitud realmente seria es
aquella que interpreta el arte como un medio para lograr algo que quizás solo se
puede alcanzar cuando se abandona el arte.” Susan
Sontag propone el arte como medio para lograr
algo, y no puede ser más cierto; eso sí, lo que cada cual quiera lograr y
hasta dónde se está dispuesto a llegar para conseguirlo, es ya otro asunto.
Pudiera ser que Vaché intuyese esta verdad demasiado pronto, es más, pudiera
ser que se encuentre ahí el motivo de tanta muerte por propia mano entre los
artistas.
Pero a
qué nos referimos cuando hablamos de “finalidad”.
Consultando el DRAE, se observa que “finalidad” significa “fin con que o por que se hace
algo”, por lo que me permito
transformar la cuestión inicial en cualquiera de estas dos: ¿cuál es el fin con
el que se hace arte? o ¿cuál es el fin por el que se hace arte?
La
pregunta, sea la primera o la segunda, parece menos envenenada ahora
(recordemos que “fin” es sinónimo en este caso de “motivo u objeto”) y parece
sugerir que sería conveniente dar voz a los artistas si se quiere disertar
sobre las distintas posibilidades que surgen al querer desentrañar las
múltiples respuestas. No en vano, los artistas son quienes buscan algo al
realizar sus obras, o sea, una finalidad, pues siempre hay un objetivo incluso
en los casos en los que se persigue negar esa finalidad (cosa poco común, por
otra parte).
En
general, podemos señalar que la finalidad del arte será expresar sentimientos,
o propiciar la comunicación, o el hallazgo de una estética. También el deleite.
O la transmutación de la realidad. En consecuencia, finalidades hay tantas como
artistas. La alegría de Gauguin no es la alegría de Van Gogh, ni la tristeza de
Lorca es la tristeza de Vallejo. Cada ser humano es un mundo en sí mismo.
Esta
faceta humana del arte, vista con mayor amplitud, nos lleva a considerar como
parte fundamental del hecho artístico al público. En otras palabras, cuando
perseguimos concretar una respuesta coherente a ¿cuál es el fin por el que se
hace arte?, no se puede soslayar la importancia de los ojos que admiran un
cuadro, ni tampoco de los oídos que gozan de la música de una orquesta
sinfónica, porque en estos individuos existe un bagaje intelectual, espiritual
o simplemente social que sus sentidos estimulan al enfrentarse al arte.
En
consecuencia, afirmamos que, además de todo lo expuesto anteriormente, hay
tantas finalidades también como personas que contemplan (o contemplaron o
contemplarán) la obra de arte, pues son estas quienes cierran el círculo, los
destinatarios finales, abriendo un universo prácticamente infinito poblado por
sus propias reacciones sentimentales e interpretaciones subjetivas.
Pero si está claroo....la finalidad de todo arte y del artista que la crea es LA BELLEZA, ya sea ilustrada para que él la mire o el público, esa belleza deve de IMPACTAR como tal...sino no sería bello.
ResponderEliminarno se pero tu no eres tolerante no sabes valorar nada no sabes cuanto se demoraron en escribir tontotontotnon
EliminarLo horrible no puede ser arte??
EliminarCreo que el término "belleza" es muy subjetivo. Lo que puede ser bello para mí no es necesariamente para usted.
Eliminarno escriban tonterias, sabemos que la finalidad del arte es sensibilizar a la persona, ser creativo, es belleza, estetica y tiene mucha armonia
ResponderEliminarque tiene que ver dinosaurios con el arte
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