Este último aliento vital que, en forma de libro, nos regaló Luis Buñuel en 1982 tiene
en determinados momentos la fuerza de un huracán. Y sin embargo durante
su lectura no aparece, ni por asomo, el temor a que esa tremenda
energía cause fatales estragos a su paso. Más bien al contrario, pues
sentimos que, de alguna manera, nos librará de lo viejo, lo no maleable,
lo demasiado rígido.
Esta autobiografía de Luis Buñuel, escrita con la ayuda de Jean-Claude Carrière,
es una demostración, es una respuesta a la sempiterna pregunta sobre
qué significa estar vivo. Sus páginas nos conectan con nosotros mismos,
hay una urdimbre inexplicable que nos retrotrae a reflexionar sobre qué
estamos haciendo con el tiempo que se nos ha otorgado en este mundo tan
extraño. Se produce una conexión misteriosa e irresistible entre libro y
lector, y Buñuel, una vez más, como maestro en el arte de contar
historias, sabe cuál es el tono más adecuado y qué ritmo seguir para ir
llevándonos de la mano en su recorrido vital.
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