El 21 de enero de 2013, como sabéis, tuve el honor de leer poemas junto a Juvenal Soto dentro del ciclo Encuentro de generaciones de Los Lunes de El Pimpi, las tertulias literarias dirigidas por José Infante. Pues bien, en esa lectura quise recordar al gran poeta y cuentista ecuatoriano César Dávila Andrade y para ello leí "Ángeles herméticos", pues el poema encontró significación y fuerza cuando decidí dedicárselo a este poeta tristemente desaparecido en 1967. Los versos sufrieron cirtas transformaciones, los alejandrinos aparecieron, la alquimia y la mística se hicieron presentes sin complejos.
Además, como veréis en el vídeo, no lo leo sino que recito las tres estrofas sin mirar las hojas.
Transcribo lo que, más o menos, dije como presentación:
"El próximo poema que (en este caso) voy a recitar, “Ángeles
herméticos”, está dedicado a César Dávila Andrade.
Permítanme, antes de proceder a recitarlo, decir unas cuantas
palabras sobre este gran poeta y cuentista nacido en Cuenca, Ecuador, en 1918, y
que se suicidó en Caracas, Venezuela, en 1967, a los 48 años.
César Dávila Andrade es, sin duda, es uno de los mayores
representantes de la literatura ecuatoriana, y, junto a Pablo Palacio, el más
venerado y seguido por los jóvenes poetas ecuatorianos que, en su mayoría, tienen muchas
cosas que decir, y saben cómo hacerlo. Algo no tan común entre los poetas
jóvenes como se podría suponer en un principio.
Por desgracia, César Dávila Andrade es muy poco conocido en
España.
Su trayectoria poética tuvo diferentes épocas. Este poema que
voy a recitar a continuación hace referencia a su última época, la que se ha
dado en llamar su “poesía hermética”, aludiendo al carácter intrincado y místico,
con el que el poeta se hace, de alguna manera, alquimista.
El porqué hacer poesía de esta manera se explica bien en esta
cita del Rosarium philosophorum, El Rosario de los filósofos, manuscrito
ilustrado y anónimo fechado en 1550; la
cita dice:
Cuando hablábamos abiertamente, no decíamos (en realidad)
nada. Pero cuando escribíamos en lenguaje cifrado y en imágenes, ocultábamos la
verdad.
Lenguaje cifrado para ocultar la verdad, esa es la clave de la
“poesía hermética” de César Dávila, que me atrae por su complejidad y la
certeza de que existe mucho más detrás de lo que se dice.
De este modo, escribí “Ángeles herméticos”, breve poema
dedicado al gran César tratando de acercarme a él con sus armas y el respeto
debido, respeto por quienes sucumbieron mientras luchaban por hacer avanzar a la
poesía.
En mi poema, que hunde sus cimientos en la intuición y en los
versos alejandrinos, invoco en cada una de las tres estrofas a los tres
elementos básicos en la alquimia, el mercurio, el azufre y la sal."
Ángeles herméticos
(A César Dávila Andrade)
Inyéctanos
mercurio para hallar en morada
al
demiurgo que sella el fracaso del espacio
y
abre sin rasgar los cuatro sellos de las almas.
Coágulos
de azufre viajan desesperados
por
nuestra oscura mística de ángeles herméticos
e
inalterables como antiguos relojes exactos.
Pulveriza
en un instante la roca del cielo
y
acércanos la sal que tus versos han creado:
contemplaremos
cómo el infierno engulle al tiempo.
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