miércoles, 28 de diciembre de 2011

La Adoración del Cordero Místico


El enorme retablo de la catedral de Gante conocido como el Políptico de La Adoración del Cordero Místico, terminado en 1432, consta de 12 paneles, de los cuales 8 están pintados por ambas caras posibilitando dos visiones de la obra:


con los postigos cerrados (3,75x2,6 metros)

 
con los postigos abiertos (3,75x5,2 metros)


El políptico de Gante fue comenzado por Hubert van Eyck y finalizado por su hermano Jan a petición de un influyente y rico matrimonio formado por Judocus Vijd y Elisabeth Borluut. Este conjunto de paneles pintados al óleo por los hermanos van Eyck está considerado como una de las obras maestras de la Edad Media y de la pintura flamenca. Incluso hay quien afirma que este retablo de 1432 es la última obra de la Edad Media y la primera pintura del Renacimiento. Una pieza excepcional, en cualquier caso, que ha sido muy codiciada a lo largo de los siglos y, por tanto, protegida por sus custodios. A pesar de ese celo, es la obra de arte más robada de la historia, implicada en 13 delitos: ha sido botín de guerra, falsificada, desmembrada, vendida ilegalmente y censurada por sus desnudos de Adán y Eva; ha escapado a bombas e iras religiosas. En 1566 fue troceada para evitar los ataques iconoclastas calvinistas. También ha sido copiada, como por ejemplo hicieron los pintores de Felipe II (hijo de Carlos V, quien nació en Gante, curiosamente) para que el monarca español pudiera llevarse una réplica exacta al Alcázar de Madrid. Pero sobre todo ha sido objetivo de los saqueadores y ladrones. Fundamentalmente esa obsesión por el retablo de Gante es causada por el panel central inferior, el de mayor importancia iconográfica, llamado La Adoración del Cordero Místico. Este panel representa el siguiente pasaje del Apocalipsis de San Juan (capítulo 7, versículos 9 y 10):


“Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestido con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»”



El centro de la escena lo protagoniza el Cordero sobre un altar. Su sangre brota del pecho y llena el cáliz, simbolizando a Cristo y su sacrificio en la cruz. También nos recuerda la Eucaristía y se relaciona con el mito del Santo Grial. Además, sobre él, se encuentra la paloma del Espíritu Santo. Al Cordero le rodean varios ángeles, algunos con los instrumentos de la Pasión (la cruz, la corona de espinas, la lanza, la esponja, la columna, los clavos) mientras otros portan incensarios.

Este panel de 1,34x2,58 metros fue robado en 1794 por el ejército francés cumpliendo  órdenes del general Napoleón Bonaparte, siendo llevado posteriormente al Museo del Louvre. En 1815, vencido Napoleón en Waterloo, regresó a Gante gracias a Luis XVIII. También Hitler persiguió el retablo durante la II Guerra Mundial. El Führer creía que la obra de los hermanos van Eyck contenía un mapa en clave para dar con los Arma Christi, los instrumentos de la Pasión de Cristo, así como pistas para encontrar el Santo Grial y el Arca de la Alianza. Fascinado por el ocultismo, consideraba que estos objetos conferían poderes sobrenaturales. Sin embargo, Hitler no era el único miembro relevante del partido nazi que codiciaba La Adoración del Cordero Místico. De esta manera, uno de sus hombres de confianza, Joseph Goebbels, en 1940, acudió a Gante pero el políptico ya había salido en dirección a Francia. Allí lo buscó en los almacenes del Gobierno de Vichy llegando también tarde pues el general Göring se le había adelantado al encontrarlo en un castillo del sur de Francia y trasladarlo secretamente a París. En París se le perdió el rastro.

Con la caída de Berlín a manos de las tropas aliadas, en 1945, se inician los trabajos de búsqueda de los tesoros robados por los nazis durante la guerra. Hermann Bunjes, asesor de Alfred Rosenberg  (jefe de la ERR, brigada nazi encargada del saqueo de bibliotecas, archivos y obras de arte), fue quien reveló los lugares en donde se almacenaban las piezas robadas. El mayor alijo apareció en la mina de sal de Altaussee, emplazada en los Alpes austríacos: en total unas 12.000 obras de arte, algunas de autores tan importantes como Tiziano, Miguel Ángel, Rembrant, Vermeer, Rafael, Veronese o Jan van Eyck; y entre ellas apareció el retablo de La Adoración del Cordero Místico. Este tremendo patrimonio artístico corrió peligro de desaparecer pues August  Eigruber, encargado nazi del depósito de Altaussee, tenía órdenes de hacer volar por los aires todo el botín robado por el ejército alemán antes de que callera en manos aliadas. Se impidió gracias a  una exitosa operación en la que fueron determinantes los agentes dobles austríacos.


La vuelta a Bélgica del retablo no estuvo exenta de percances, principalmente una tormenta que provocó el aterrizaje de emergencia del avión que transportaba la obra maestra de los hermanos van Eyck. La operación de restitución fue dirigida por el general Eisenhower a quien los belgas recibieron como a un héroe nacional.


  

viernes, 23 de diciembre de 2011

Parques




—A veces beber cerveza es una salida a un día horrible.
—Sin duda.
—Últimamente no aguanto los parques, ¿sabes?
—A mí me ocurre lo mismo, parece de broma toda esta alegría.
—¿Y las palomas?
—Las mataría a todas.
—Las parejas besándose...
—Al verlas me siento tan ruin, tan triste, tan solo...
—Tú lo has dicho.
—Oye, por cierto, ¿por qué te dejó Raquel?
—Era guapísima, ¿eh...?
—Sin duda. Estaba como un tren... Pero, ¿por qué se fue, por qué te dejó Raquel? Nunca me lo has contado.
—Ni lo haré.
—¿Y se puede saber por qué?
—Porque no es asunto tuyo.
—Apostaría un huevo a que se buscó otro menda con más dinero.
—Perderías un huevo.
—Yo creo que no, era demasiado sofisticada para un tipo como tú.
—¿Sofisticada?
—Sí, se veía claramente que únicamente eras una parada en su camino hacia algo mejor.
—Estás un poco duro hoy, ¿no te parece? No sé si me está sentando bien tanta sinceridad de alguien al que consideraba mi amigo.
—Sí, puede ser, perdona, es la cerveza y este maldito parque. Y tanto sol.
—¿Te acuerdas de cuando te la presenté?
—Joder, claro; ella vestía esa faldita indecente y sus tacones más altos.
—¿Qué pensaste?
—Pensé matarte y largarme con ella.
—Pero qué dices, tío...
—Sí, se me pasó por la cabeza, de verdad..., un instante....
—Sabes, realmente nunca supe si me amaba o no.
—¿Nunca te dijo te quiero o algo así?
—Me lo decía cada mañana.
—¿Todas las mañanas?
—Todas... Menos la mañana en que se marchó.



viernes, 16 de diciembre de 2011

El aeropuerto de Kandahar



Sensual e irreal podrían ser dos palabras para definir la arquitectura de este aeropuerto construido en 1962 por EE.UU. y pagado mediante su Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID). El gobierno estadounidense realizó semejante esfuerzo para que los aviones turbohélices de las grandes rutas comerciales pudieran repostar combustible entre Oriente Medio y el Sudeste asiático. Sin desconsiderar que, en caso de guerra contra la U.R.S.S., le serviría de base aérea a su ejército. Pero recién estrenado, los aviones a reacción comenzaron a usarse cada vez más ya que se consiguió por entonces aleaciones capaces de resistir las altas temperaturas a las que los gases de propulsión son expulsados, permitiendo de esta manera vuelos a mayor altitud y, por tanto, una mayor autonomía. Es decir, los aviones que se comenzaron a utilizar masivamente ya no necesitaban esas escalas y este aeropuerto se convirtió en un espejismo. Un aeropuerto de fantasía colgando en medio de la nada. Otra historia más que corrobora la inutilidad de toda obra frente al tiempo, simbolizada en esos extravagantes arcos blancos de su terminal entre toda la arena del desierto afgano.


En los años 80 volvió a renacer ya que fue imprescindible, militarmente, para los soviéticos que en la navidad de 1979 habían irrumpido con sus tanques y aviones en la capital de Afganistán, Kabul. Poco tardaron en tomar el control del aeropuerto de Kandahar y utilizarlo como base para sus cazabombarderos. Durante los años de la guerra (1979-1982) entre los soviéticos y los afganos (que fueron ayudados por los EE.UU., sobre todo desde que Ronald Reagan asumió el cargo de presidente en 1981) el aeropuerto de Kandahar no sufrió desperfectos graves salvo en la pista de aterrizaje, daños que fueron subsanados una década después por la ONU para favorecer la llegada de material humanitario.

Más tarde el aeropuerto de Kandahar regresó a manos estadounidenses, concretamente en 2001, pues, tras los atentados del 11-S, EE.UU. y Gran Bretaña comenzaron en suelo afgano una guerra contra los Talibanes que todavía hoy en día colea a pesar de que consiguieron derrocar al gobierno Talibán en pocos meses e imponer posteriormente la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) para la estabilización de Kabul y del resto del país.

En este contexto, en 2007 el aeropuerto finalizó un largo y accidentado proceso de reconstrucción que actualmente (y sin cesar de ser base para las tropas de la ISAF) le permite ofrecer vuelos civiles hacia Habul, Dubai y Herat.




viernes, 9 de diciembre de 2011

SER OLVIDADO



En Oxford Circus, una mañana más, se apean casi todas las personas que atestaban el vagón. Entonces veo a una muchacha blanca de pelo largo que al fondo, recostada sobre su asiento, finge dormir. Su imagen se me graba en la retina pero sé que si ella abriese sus ojos y luego me mirase, podría olvidarla. Pero no alza sus párpados, los mantiene cerrados como dos puños que buscan pelea. No aguanto mucho tiempo, el traqueteo del tren me arrulla y he de claudicar ante otra noche en blanco…

Cuando despierto, aquella muchacha blanca de pelo largo se ha marchado. En su lugar queda la inquietante calma de un vagón de metro vacío. Un señor ataviado con un uniforme de guarda de seguridad me hace bajar en Brixton, final de trayecto del Underground en el sur de Londres. Por supuesto, tras dar la pertinente vuelta para ir al andén contrario, me monto en otro de esos trenes que diligentemente transportan a miles de personas cada jornada por las entrañas de la metrópolis. En realidad, no tengo nada mejor que hacer. Recorro el camino celeste de Victoria Line catorce veces buscando a la muchacha blanca de pelo largo, pero no la vuelvo a ver. Me martillea su recuerdo, su postura en el asiento, con las piernas entreabiertas y sin medias, mientras fingía dormir.

Volviendo a casa, sentado al fondo de un vagón de metro casi vacío, agarrado a la sensación amarga de la derrota, caigo en mi propio juego: abro los ojos regresando de un sueño falso y la muchacha blanca de pelo largo se halla de nuevo en su asiento, pero en esta ocasión no finge dormir sino que es ella quien me está mirando.




viernes, 2 de diciembre de 2011

Esta condena


No poder elegir lo conveniente.
Quedar anclado en la niebla de las páginas
rodeado de hombres y mujeres
muertos
que generalmente caminaron a tropezones
por las autopistas de la vida,
fracturándose el espíritu en tal forma
que después no conseguían arrancarse las desgracias
ni con las calles ni con las sábanas,
para finalizar, en las cornisas de las palabras.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Literatura y Pintura


El Aquelarre (1797-1798), Francisco de Goya



“La luna, levantada encima del boscaje, iluminaba el prado y dejaba una franja de él a la sombra. En esta parte de la sombra, sobre un montón de piedras y a la luz de las antorchas y de las madejas de resina, se veía, en pie un gran macho cabrío negro. A un lado y a otro de él estaban los reyes del aquelarre: Miguel de Goyburu y Graciana de Barrenechea; a sus pies se habían agrupado las sorguiñas, acompañadas de perros, cabras, ovejas y llevando en la mano sapos y lagartos.”
(Fragmento de La dama de Urtubi, cuento escrito en 1914-1916 por Pío Baroja)