viernes, 27 de enero de 2012

Dios ha de ser una mujer




—Dios ha de ser una mujer.

—¡Pero qué dices!... Dios no es ni hombre ni mujer.

—¿Y entonces qué es…, un caballo?

—Joder, Macu, no…, tampoco… Dios no es nada.

—Oye, ¿a ti te parece una respuesta creíble eso de “Dios no es nada”?

—Dios no es algo palpable, físico, no es un objeto inerte ni un ser vivo; y por no ser nada, por no ser ninguna cosa, es por lo que igualmente se puede afirmar que Dios es todo.

—Vaya, ahora me sales con que “Dios es todo”, pero ya te he pillado porque ¿qué ha pasado con lo de “Dios no es nada”?

—Ambas definiciones significan lo mismo.

—¿Sí? ¿Y qué significan, listillo, porque yo no lo comprendo?

—Es como si estuviésemos jugando al escondite en el Universo, el ser humano buscando respuestas, procurando luz en este vacío, y Dios oculto en su cubil, disponiéndolo todo para ser el último, o como a ti te gustaría, la última, en dejarse atrapar.


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