viernes, 27 de septiembre de 2013

(sin título)





Dicen en la radio que ya es viernes y lo dicen con alegría. Esa alegría de quien sabe lo que ha de hacer en cada momento. Parece sencillo cobijarse bajo ese árbol, pero no lo es. Hay que creer que lo que a uno le pasa es más real que lo que uno se inventa.
Una tarde un chico se encontró con un amigo y luego este amigo le presentó a una chica de pelo rizado que se empeñó en comprarle unos zapatos de gamuza azul. Por supuesto, él se negó en redondo. Pero nada pudo detenerla. La chica de pelo rizado tenía dinero y precisaba estrambóticas formas de gastarlo. Quizás parece mentira, pero ocurrió de verdad. Decía -la pobre debía de ser miope- que aquel chico tenía cierto aire a Elvis Prestley.
Esto y otro millón de cosas es lo que ocurre en las calles si te dejas llevar por la corriente. Y después se olvidan; o se recuerdan cuando menos se espera. Aleatoriamente. Aunque en mi caso puedo estar contento, la memoria es la parte de mi cerebro que menos me falla. Pero…, ¿y qué?... Deambulo sobre el teclado del ordenador. El esfuerzo que conlleva escribir no me ha movido de la silla.
En fin, en esta casa todo lo que hay es necesario. Afuera, en cambio, casi todo sobra.






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