Serpiente subcutánea
Escarbas en nuestra carne, serpiente subcutánea,
nos haces heridas que lamemos
extasiados o inconscientes
y nos otorgas la rúbrica de tu poder
para que no dudemos de que estamos vivos.
Afilas tu piel con nuestra piel, lentamente,
escoges los mejores cortes
con sangre, con sed, nuestra carne es roja
en cada momento y después
del súbito chillido.
Observas nuestras cicatrices, serpiente subcutánea,
estos mismos surcos…, estas tres capas de piel…
y arrancas la primera, y luego sigues tirando
hasta que sucumbe la segunda,
y cuando la tercera capa lucha por evitar el derrame,
nos observas por dentro, lentamente,
y no lo dudas y clavas tus colmillos
con absoluta minuciosidad
para traer la punzada del dolor que celebra
la abyección de la propia sangre.
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