domingo, 6 de mayo de 2012

Devil



La tengo delante y se toca las tetas por encima del vestido cuando habla conmigo, como si con ella no fuera la cosa... No estoy haciendo lo que debo, no estoy escribiendo. Pero no me siento mal, sólo miro a ambos lados protegiendo mi alma. Regreso a su escote. Entonces se ríe, maliciosa, y sus ojos me prometen lo que saben que no me van a dar. Los guionistas no deberíamos conocer a las actrices protagonistas.
Todo el equipo de filmación nos observa. Es temprano por la mañana y han terminado los preparativos. Ellos se han de centrar únicamente en una serie de consignas, ya sean habladas o escritas, que han de aprender o que han de obedecer. En cambio, yo invento este mundo aquí y ahora y luego en mi habitación, con las palabras. Entre ellos soy una isla prodigiosa. Saben que conmigo no pueden. Aun así, la vigilancia, los juicios, la consciencia de los demás y los marcapasos me intimidan porque mis puntos flacos son demasiado fuertes. En mi película, la película que están rodando a partir de mi guión (el mismo guión que he de reescribir cada día), se verá esa debilidad que hay dentro de mí. Se verá al Diablo, por tanto. Diablo en inglés se dice Devil. Esto es, Débil con faltas de ortografía: sin tilde y con “v” en vez de “b”.
Aparecen las chicas de maquillaje pues han de darles los últimos retoques a los actores que van a tomar parte en la primera toma de la jornada. Son unas chicas estupendas, siempre cargando con sus frasquitos y potingues. Y con todas esas pastillas escondidas en los dobles fondos de sus bolsos. Estar colocado en este rodaje se ha vuelto obligatorio. Me quedan tantas escenas por corregir que o me drogo o no llego a tiempo a ningún sitio. Debería pasar más horas delante del portátil, o por lo menos más horas en mi habitación…, joder, si hasta me pagan una suite en el centro de la ciudad para que pueda escribir… En cambio, renuncio a esas comodidades y prefiero venir cada mañana a este maldito rodaje para ver si rodeado de tanta gente creativa se me pega algo. Jajajajaja. Sí, me río sólo de mis propias estupideces desde hace muchos años.

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