sábado, 22 de octubre de 2011

Web-Lander: Ni Hikikomori ni Nini ni Hacker



         
  Te despiertas y no te reconoces: bien, vas bien. Has dormido con la cabeza apoyada sobre el teclado del ordenador y te duele el cuello. Al moverte la pantalla reacciona, encendiéndose. Tecleas tus contraseñas y entras en tus cuentas. Tienes cuentas de correo en cuatro páginas diferentes, con dos y tres seudónimos cada vez; también en casi todas las páginas importantes de descargas (aunque tú las usas mucho más para subir toda clase de archivos pues tus discos duros están únicamente para lo esencial y aun así están bastante llenos). Perteneces a los veteranos de Youtube, Genero.tv, Menéame y Spotify. Odias Facebook aunque eres tres personas ahí dentro. Y en Twitter has llegado a discutir con quince usuarios sobre armas de fuego de los cuales la mayoría eras tú mismo. Por supuesto, usas Ubuntu y tratas de hundir a Microsoft. Te has registrado en muchos más sitios, pero no los vas a enumerar ahora. De estas cuentas la mayoría ya han sido olvidadas pero a veces, cuando te da la nostalgia, resurgen algunas pues tu lista en Marcadores nunca decrece. Te gusta acumular posibilidades, ver cómo aumentan los lugares que posees con un solo clic.

Lo mejor y lo peor es saber que hoy todo ha cambiado. En cuanto abriste los ojos supiste que no eras la misma persona que antes de dormirte. Tampoco es que te hayas convertido en alguien distinto. Estás mutando. Incluso tu alrededor es diferente. Tu habitación no parece tu habitación aunque no dudas, ni por un segundo, que es tuya. Ya sabías que no era una buena idea echar una cabezadita, pero acumulabas demasiadas horas sin dormir y al final sucumbiste y has de pagar el precio. El precio es tener que reconstruir ese mundo detrás de la pantalla que hace unas horas era todo lo que pedías a la vida.

Regresas a las páginas web que siguen abiertas delante de ti. Las analizas..., pero no recuerdas qué perseguías, por qué aparecen tantas referencias a la nanotecnología aplicada a los alimentos, la fabricación de carros de combate y las muñecas Barbie. Resignado, prefieres navegar sin destino fijo mientras tratas de contactar con ferminus y neodanir, infructuosamente. A cada instante todo se torna más extraño. Sigues introduciéndote en la red, notas que tu cuerpo y tu mente retornan a esa sintonía con la máquina. Tus células reconocen la vibración de las imágenes del monitor cuando consiguen salir del sopor del mal dormir y lees a tremenda velocidad cosas realmente sorprendentes sobre la realidad, la misma que te rehúye. Es excitante. Sabes que eres un pionero, un Web-Lander... Te mueve el afán de conocimiento y arriesgas cada jornada para no volver a ser tú mismo... Deambulas por batallas míticas, luego los volcanes absorben tu atención pues conocen la esencia de este planeta y entretanto observas plantaciones de opio y a millares de manifestantes que rompen sus contratos de esclavitud ante los ojos atónitos de los policías. Por suerte no tienes hambre y no tienes sed. Tampoco sueño ni ganas de mear. Compruebas que la red sigue igual, es decir, en continua mutación. Entonces, sin poder evitarlo, te preguntas cuestiones tan imbéciles como “¿Cuánto tiempo ha transcurrido?” Eres consciente una vez más de que el tiempo no existe porque no hay una verdadera referencia. Jurarías que han pasado unas pocas horas pero en tu ventana ya no hay luz... Descubres que Internet es capaz de convertirse en un agujero negro que hace que las formas que rodean el monitor comiencen a deformarse, a retorcerse como si fuesen una toalla inmensa que estrujan para sacarle hasta la última gota de agua... Has entrado por fin donde querías entrar. Te concentras en lo que lees, ves y escuchas. Tocando el ratón que desplaza al puntero eres invencible, eres único, eres auténtico, eres poderoso. Eres tantas cosas como no eres realmente nada. Tu lengua se restriega por tu cavidad bucal, la sientes seca, agrietada y triste. Abres un Red Bull. Sacas también de la pequeña nevera portátil un par de paquetes de salchichas. Tu desayuno, tu comida y tu cena a las tantas de la madrugada. Mientras masticas no dejas de navegar por la red. Tus pensamientos surgen velozmente hasta que uno de ellos se detiene y se hace fuerte y enorme: “Estás solo."

Tan solo como siempre has querido estar.

Aparecen mil imágenes, pero ninguna te afecta. Permaneces ausente, en un plano distinto. Entonces piensas una nueva estupidez: “¿Dónde estás?” Es imposible responder a preguntas como ésa cuando eres un Web-Lander. Tus sentidos no cejan de pelear por darle forma al mundo que tienes ante ti y que sin embargo está tan lejos. Todo se mezcla en tu cabeza; o tu cabeza se mezcla con todo. A cada instante sientes más agitación neuronal, las visiones se van tornando más frenéticas. Estás manejando demasiadas herramientas a la vez. Tu torre resopla, pareciese que se hincha, que suda. Te encuentras rodeado de un sinfín de cosas que no comprendes, ni siquiera podrías decir cuándo ni cómo empezó el actual viaje por la red a transformarse en un laberinto que se multiplica a sí mismo frenéticamente. Tu ordenador se bloquea. Mientras se reinicia, notas varias puntadas en tu estómago. Vas al baño a pagar la primera de las tres cuotas diarias -como mínimo- de tu diarrea.

Además de tu salud, vas consumiendo tus ahorros ya que un Web-Lander debe encontrar su sustento económico en la red y aún no has sabido cómo hacerlo. Ferminus y neodanir sí lo han conseguido, pero se niegan a contarte cómo. Además de ferminus y neodanir, tienes más amigos; pero a ninguno lo conoces personalmente. Jamás has invitado a nadie a venir a tu casa. Ni siquiera a ferminus o neodanir. Ni ellos a ti… Las visitas son una ordinariez. Además de innecesarias.

Alargas el brazo y sacas de la diminuta alacena un paquete de palomitas para hacer en el microondas y en dos minutos te llenas los carrillos con las rosetas de maíz reventado. Bebes leche a morro. Por supuesto eres de los que piensan que comer delante del teclado es un placer, otro más de esta vida, como lo es también estar fofo y que nadie lo vea. Pero lo mejor es estar solo, o mejor dicho, el poder estar solo siempre que algo no sale como quieres.

En ocasiones te entretienes imaginando qué harías si una mañana te levantases y, en vez de reencontrarte con tus usuarios y contraseñas, con los diferentes personajes que juntos dan una idea bastante aproximada de ti mismo, sucediese que la conexión a Internet no funciona... El tiempo cobraría sentido. El tiempo se curvaría y te tocaría para decirte que cuando quiere puede ser muy lento... Agobiado por el tic-tac, buscarías ropa decente y saldrías a la calle. Aprovecharías para ir a comprar víveres y de camino te meterías en un bar..., eso es lo único que echas de menos, un bar, sentarte en un taburete alto al lado de la barra y beber cerveza tras cerveza mientras los demás desayunan, y luego toman cafés con anís y más tarde tapas... La cerveza delante del ordenador no sabe igual de bien, hay que reconocerlo… Pero, en cambio, frente a la pantalla, los Red Bull te inyectan la rapidez neuronal que más te conviene cuando andas asombrado con las páginas de los Hackers y estás tratando de poner en marcha un sistema para robar todas las claves de tus vecinos. Podrías conseguir dinero así, trapicheando con claves. Sin embargo acabas enfrascándote en conversaciones sin sentido con escritores de reconocido prestigio que se empeñan en mantener contacto con el público; o viendo fotos de gente en sus vacaciones o mientras entierran a su abuela; o dándole a la pornografía..., y eso que procuras evitar esas páginas. Ferminus en cambio está generalmente empalmado o haciéndose pajas. Es muy desagradable porque tiene conectada la cámara web las 24 horas y, bueno, a veces no puedes evitar mirar..., ya tiene un montón de seguidores... Sus padres están horrorizados: su madre descubrió, hace cosa de un mes, su página... Hubo una gran pelea, pero ferminus no dio su brazo a torcer... Resultado: ya no le dan la tabarra con que no puede seguir malgastando su vida delante del ordenador, ahora a sus padres sólo les preocupa la vergüenza que pasan y que su primogénito vaya a enfermar por masturbarse tanto. Pero ferminus no se amedrenta, vive solo, en un estudio, y hace lo que le da la gana a pesar de los chantajes de su madre que amenaza con tener un infarto cerebral... A neodanir, en cambio, según te contó él mismo, sus padres lo han dado por perdido tras luchar por traerlo al redil cuanto han podido. En este aspecto se debe de parecer a lo que sucedía en los ochenta con los primeros yonquis. El padre dejó de considerarlo su hijo y es la madre (a escondidas) quien le va a visitar y le limpia la casa y lava la ropa... No puedes evitar pensar en tus padres… Tus padres están muertos..., que es algo bien jodido…, te duele una barbaridad recordar sus rostros, cuánto te querían…, eres hijo único...,  pero para el caso es mucho mejor, heredaste la casa y algunos ahorros, y sobre todo no has de soportar la mirada inquisidora de un padre decepcionado, ni los ojos llorosos de una madre que no para de sufrir por comprobar cómo vas consumiendo tu salud. Tu periplo, debido a estas funestas circunstancias, fue totalmente personal. Te convertiste en tu propio juez y llegaste, como ferminus o neodanir hacían con sus progenitores, a inventar enfermedades para justificar tu ausencia de la vida social hasta que no hubo más remedio que aceptar que estás conscientemente perdido, que de alguna manera aterrizaste en la red y ahí vas a seguir viviendo puesto que no quieres ser quien eres, sino muchos más. Y es que tú no eres tú, salvo cuando apagas el ordenador… Por eso no lo apagas nunca.


2 comentarios:

  1. I wish it was in English. I think I will give Google Translator a chance ;). all the best. natalia.

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  2. Give peace a chance, that's better! All the best for you too, natalia.

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