domingo, 28 de julio de 2013

Diálogo treinta y uno


 

—A veces beber cerveza es una salida a un día horrible.
—Sin duda.
—Últimamente no aguanto los parques, ¿sabes?
—A mí me ocurre lo mismo, parece de broma toda esta alegría.
—¿Y las palomas?
—Las mataría a todas.
—Las parejas besándose...
—Al verlas me siento tan ruin, tan triste, tan solo...
—Tú lo has dicho.
—Oye, ¿por qué te dejó Raquel?
—Era guapísima, ¿eh...?
—Sin duda. Estaba como un tren... Pero, ¿por qué se fue, por qué te dejó Raquel? Nunca me lo has contado.
—Ni lo haré.
—¿Y se puede saber por qué?
—Porque no es asunto tuyo.
—Apostaría un huevo a que se buscó otro menda con más dinero.
—Perderías un huevo.
—Yo creo que no, era demasiado sofisticada para un tipo como tú.
—¿Sofisticada?
—Sí, se veía claramente que únicamente eras una parada en su camino hacia algo mejor.
—Estás un poco duro hoy, ¿no te parece? No sé si me está sentando bien tanta sinceridad de alguien al que consideraba mi amigo.
—Sí, puede ser, perdona, es la cerveza y este maldito parque. Y tanto sol.
—¿Te acuerdas de cuando te la presenté?
—Joder, claro; ella vestía esa faldita indecente y sus tacones más altos.
—¿Qué pensaste?
—Pensé matarte y largarme con ella.
—No te habría dejado.
—Sí, estaba demasiado buena para dejarme.
—Sabes, realmente nunca supe si me amaba o no.
—¿Nunca te dijo te quiero o algo así?
—Me lo decía cada mañana.
—¿Todas las mañanas?
—Todas... Menos la mañana en que se marchó.

 
 
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sábado, 27 de julio de 2013

Diálogo uno



Hace ya varios años, creo que fue en 2002 (o antes), me propuse escribir una serie de diálogos, pues me daba cuenta de que en mis relatos las partes en las que los personajes hablaban entre ello no estaban muy logradas. En otras palabras, comencé a ejercitar mi habilidad para crear conversaciones con palabras, por el simple afán de mejorar mi escritura. En fin que hace ya más de diez años me puse a ello con total libertad, escribiendo lo que se me ocurría, tratando de captar el ritmo, los trucos que usamos al hablar y que, a veces, son difíciles de reproducir en los libros. De esta manera, surgieron muchos diálogos, algunos bien estúpidos, otros mal escritos, otros inacabados..., pero también surgieron unos pocos donde había mucho de mí mismo, donde explicaba cierta visión del mundo, que contenían una particular filosofía, que, además, quedaba mucho mejor explicada por medio de los diálogos, pues se presentaban las ideas mediante ejemplos prácticos.
En pocos meses, conseguí unas cuantas docenas de este último tipo de diálogos y enseguida apareció un tomo que titulé "Diálogo Ciento Once" en el que se proponía un juego entre el lector y los diálogos, pues cada diálogo propiciaba un nuevo diálogo entre el libro y el lector.
En cualquier caso, no es algo que tenga grandes pretensiones, al contrario, los diálogos (y lo que provocan en quienes los escuchamos o los creamos) existen en cada esquina, se escriban o no. 
He aquí el primero de ellos:




DIÁLOGO UNO


—Hay días que no merecen ser vividos.
—No sé qué decirte... Es un tema complicado, Manu.
—De complicado nada; mira, un ejemplo: se muere tu madre...
—Joder, Manu, que la operan mañana de la vesícula.
—Es verdad, Rosa, perdona, lo olvidé por completo...
—Vale, venga, sigue... Prueba otra vez.
—Allá voy... Imagina que por un estúpido accidente doméstico, tu hijo, bebé aún, muere..., muere electrocutado, eso, electrocutado...
—¡Qué bestia eres! ¡Menos mal que no tengo hijos que si no…!
—No cambies de tema, listilla, y responde: ¿No sería mejor pasar ese día por alto?
—¿Y despertarme al sol siguiente sin hijo y sin saber por qué ya no existe?
—...





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lunes, 15 de julio de 2013

Colaboración en Revista Paradigma, de la Universidad de Málaga



Alguno de los nuevos poemas que estoy escribiendo han sido publicados en la revista Paradigma de la Universidad de Málaga. A partir de la página 55. Adjunto el enlace de la revista en pdf, para los intrépidos que quieran leer poesía, relatos, artículos, etc. en estos extraños días de verano en los que, fíjense bien, todo sigue igual. Menos mal que, hace tiempo, hicimos algo bien e inventamos la literatura.


Para descargar el pdf de la revista Paradigma, presionad aquí


viernes, 12 de julio de 2013

"Belleza de lo brutal", de Ryūnosuke Akutagawa



El Konjaku Monogatari (o traducido,Cuentos de antaño y hogaño) es una colección japonesa de más de mil doscientos cuentos, de autoría muy discutida, organizados en treinta y un capítulos que fueron escritos durante los años finales del Período Heian,  comprendido entre el 794 y el 1185 y el último de la historia clásica japonesa. Los protagonistas de estos cuentos suelen ser personas comunes, aunque aparecen multitud de caracteres, ya sean reales o fantásticos. Y en ellos se narran historias de la India, China y Japón. Pues bien, esta singular obra es una de las fuentes principales de las que se nutre Ryūnosuke Akutagawa (Tokio, 1892—1927) durante su primera época como escritor, que abarca desde 1915 a 1922. Una carrera que inició con apenas veintitrés años, al publicar en la revista Teikoku Bunkaku, de la Universidad Imperial de Tokio, Rashōmon, un cuento basado en las historias decimoctava del capítulo XXIX del mencionado Konjaku Monogatari y trigésimo-primera del capítulo XXXI.


miércoles, 10 de julio de 2013

Los ausentes


Los ausentes



Emergemos con los ojos blancos en esta realidad hambrienta,
y más tarde somos exhaustivamente despedazados
por las hendiduras de los sueños.

Orbitamos alrededor de nosotros mismos
en frenético carrusel que se consume en las cañerías
de las jornadas
en que no hemos sido amados.

Demasiado viejos tan pronto
-es imposible comprender la embestida del tiempo-;
nos queman las manos
y nos sentamos en las sillas como se sientan los derrotados…
Respiramos por inercia,
nuestras tripas parecen sujetas por pinzas de colgar la ropa
y los colmillos enanos, limados, gastados,
sin ningún filo, de alma rota.

De la propia figura asqueados,
de ese centro que no vemos, que no sentimos
y sobre el que, maquinalmente, seguimos girando.
Nos herimos con los cristales de nuestras bocas
y los dientes, del abuso, van quedando romos,
absolutos muros que anhelan desmoronarse,
temerosos, tiritando con cada atisbo
de este mundo demasiado solo.

¿Qué bálsamo aumentará nuestros poros
para que no nos reste nada bajo la piel
y podamos, así, observar con turgente desprecio
por las inmensidades veneradas sobre los hombros
a esos incontables electrones
que recorren con su vaivén
el vacío que atesoramos?

Los alambiques destilan jugosos toda esa pena.
Jamás, hasta este momento, hemos sabido qué proclamamos.
Con lágrimas exigimos clemencia
entre los ojos y los cielos.
Empuñemos, sin dilación, la espada:
no hay destino que aguarde tanto tiempo a los viajeros.



lunes, 8 de julio de 2013

Serpiente subcutánea

 

Serpiente subcutánea

 

 

Escarbas en nuestra carne, serpiente subcutánea,

nos haces heridas que lamemos

extasiados o inconscientes

y nos otorgas la rúbrica de tu poder

para que no dudemos de que estamos vivos.

 

Afilas tu piel con nuestra piel, lentamente,

escoges los mejores cortes

con sangre, con sed, nuestra carne es roja

en cada momento y después

del súbito chillido.

 

Observas nuestras cicatrices, serpiente subcutánea,

estos mismos surcos…, estas tres capas de piel…

y arrancas la primera, y luego sigues tirando

hasta que sucumbe la segunda,

y cuando la tercera capa lucha por evitar el derrame,

nos observas por dentro, lentamente,

y no lo dudas y clavas tus colmillos

con absoluta minuciosidad

para traer la punzada del dolor que celebra

la abyección de la propia sangre.





viernes, 5 de julio de 2013

Kafka es literatura



Para acercarnos a la enorme figura literaria y humana deFranz Kafka (Praga, 3 de julio de 1883 — Kierling, 3 de junio de 1924) consideramos perentorio explicar primero que Kafka, durante toda su etapa adulta, libró una batalla interior entre la pulsión arrebatadora de la escritura y la obligación de pertenecer a la sociedad, a la vida. “No soy más que literatura”, llegó a confesarle a Felice Bauer, la mujer con quien estuvo dos veces prometido y con quien dos veces rompió ese compromiso de matrimonio, precisamente por aquella ligazón tan íntima con la literatura, incompatible para Kafka con cualquier otra pasión. La literatura le alejaba de la vida y la vida le alejaba de la literatura. 





Franz Kafka